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Iniciar sesiónBusques lo que busques, ella sabe dónde está. Pero ese "donde siempre" es un misterio para ti. Y mira que te lo ha dicho veces, pero es que no hay manera de saber dónde están las cosas. Esta es una de las frases de madre más recurrentes. ¡Seguro que la has escuchado más de una vez"
D.R.Llegas a casa y preguntas "inocentemente" si hay algo de cenar. Es probable que tu madre no haya parado en todo el día, ya sea en casa, en el trabajo o incluso en los dos sitios. Comprende que la frase tiene todo el sentido del mundo.
D.R.¡Un clásico! Es esa frase que te dice tu madre cuando en realidad tiene ganas de estrujarte el cuello cuando te has puesto impertinente o cuando llevas un buen rato provocándola. Normalmente tu madre suele morderse la lengua al final, aunque hay muchas variantes.
D.R.Está claro que lo que le importa a tu madre es lo que hagas tú y el hecho de que le cuentes que "fulanito" o "menganito" tiene permiso para esto o aquello no le afecta ni lo más mínimo. Ella tiene claro que tú no tienes permiso y punto.
D.R.¡Cuántas veces habremos dicho "me aburro"! En casa, en el parque, jugando con los amigos, jugando solos... Las 1001 respuestas de las madres cuando decimos esa manida expresión merecerían un capítulo aparte. Pero esta frase de "Pipí caballo" nos ha parecido divertidísima.
D.R.Esta es una de las frases con más variantes, sobre todo cuando estás tumbado en la cama, de resaca, y empiezas a oir a todo volumen a Julio Iglesias (pon aquí el nombre del cantante favorito de tu madre) o en las versiones de la madre más hardcore, el aspirador golpeando la puerta de tu habitación.
D.R.Es la típica frase de madre que, aunque sea muy seria porque denota un cabreo monumental, casi siempre nos da la risa. Sí, tenemos esa mente calenturienta que imagina a tu madre cogiendo la puerta de verdad y llevándosela. La mente es juguetona. Menos mal que casi nunca cumplen su amenaza.
D.R.Eso de cambiar el género de las palabras para reafirmar una frase es muy de madre. Hemos recopilado aquí tres ejemplos. Estos son bastante comunes, pero lo cierto es que cuando se ponen, no paran... ¡Y les queda de lo más convicente!
D.R.¿Y nunca se la llegaba a quitar? Bueno, eso depende de cada caso. Confiesa que algún que otro lanzamiento de zapatilla te pilló desprevenida en medio del pasillo.
D.R.Ese momento en el que comienza el destape y nos entran ganas de lucir pierna es tremendo. A nuestras madres siempre les parece todo muy corto y muy pequeño, por eso no es raro que hayas escuchado más de una vez eso de "¿Pero eso es un vestido o una camiseta?".
D.R.Comes, duermes, te duchas y te vuelves a marchar. Durante unos días aguanta, pero en cuanto se le cruza el cable tu madre te dice aquello de "Pero, ¡qué te crees! Esto no es una pensión". Pues la verdad es que tiene toda la razón en decirlo. Ay, qué tiempos aquellos en los que la ropa aparecía lavada y planchada en el cajón como por arte de magia.
D.R.Llegas hambrienta a casa, te comerías un burro si hiciera falta pero lo cierto es que en el camino a casa estabas imaginando que tu madre había preparado hoy por fin tu plato preferido, sí, esos canelones que casi nunca prepara pero que están de vicio. Estás deseando que te diga esa respuesta, pero tu madre ya sabe que lo que piensas. Y no, no son esos canelones lo que te está esperando. Es solo comida.
D.R.Nada como una amenaza clara de que tu ropa favorita va a ir a la basura para que te entren unas ganas tremendas de ponerte a recoger la habitación. El orden es fundamental para una madre y, ya sabes, cuando le da por recoger a saco, no hay quien le pare.
D.R.Seguro que esta frase la dicen ya en plan desesperación hartas de hacer remiendos en los pantalones o cuando ya no era posible poner más parches. ¿Pero no se dan cuenta que no hay cosa más divertida que jugar arrastrándose por el suelo?
D.R.Esta nos ha parecido especialmente divertida, sobre todo porque nos recuerda a esa edad en la que algunas nos ponemos cursis o nos da por ser tiquismiquis con la comida, con la ropa o con cualquier cosa. Eso de que nuestras madres nos llamen "marquesitas" es muy significativo.
D.R.Cuando eres pequeño una de las cosas que más disfrutas es jugar a hacer equilibrismos en los bordillos, en las escaleras de los portales o en cualquier montículo que veas. Es algo irresistible. Pero claro, nuestra madre sabe que tarde o temprano nos vamos a caer. Y, de alguna manera, hay que avisar.
D.R.¡Ñam, ñam y ñam! ¡Y venga a comer chicle! Hay un momento en la vida en el que el chicle es un gran compañero, pero da una pereza terrible buscar una papelera para tirarlo (sí, estamos muy bien enseñaditas), así que lo mejor es tragárselo y punto. Algo con lo que no están muy de acuerdo nuestras madres.
D.R.Esto es lo que suele decir nuestra madre cuando tiene que decir que no a algo que ella sabe que nos va a escocer. Si, ella sabe la respuesta de nuestro padre, por eso nos dice que le preguntemos a él. Es un "pasa la bola" en toda regla.
D.R.Y seguro que no miente cuando dice esta frase. El ritmo de vida de nuestras madres es algo que solo eres capaz de entender cuando eres adulto (seas o no padre o madre) y esa sencilla expresión que siempre te pareció exagerada es tan real como la vida misma.
D.R.Lo de quejarse por la comida es una práctica habitual cuando eres peque. Es algo que no se puede evitar. De hecho, puedes llegar a ser de lo más insistente. ¿Tanto para que te manden callar? Sí, tanto como para eso, sin duda.
D.R.Y en los puntos suspensivos que siguen a esta frase puede contarte cualquier batallita que, además, casi siempre es verdad. Aunque lo cierto es que a veces nuestras madres pierden la noción del tiempo y lo que creen que hacían a tu edad en realidad lo hicieron años más tarde (si hablamos de obligaciones, claro).
D.R.¡Pues claro! Tu madre no va a tirar jamás comida que sea medianamente comestible y en el caso del plátano negro como el carbón la ocasión la pintan calva. Negro por fuera, blanco por dentro. Lo más habitual es que sea ella misma la que abra el plátano para enseñártelo y ya de paso, pues da un mordisquito.
D.R.El lanzamiento de zapatilla en pasillo debería ser un juego olímpico. La de campeonas que se han desperdiciado debido al anonimato de esta habilidad. Lo mejor de todo es la variante en la que tu madre, después de lanzar la zapatilla tirando a dar, te dice que, además, se la traigas.
D.R.En tu cabeza aún retumba la música del último garito, das vueltas y vueltas al café sin saber muy bien lo que estás haciendo y lo cierto es que ni te acuerdas de cómo conseguiste llegar a la cama sin tropezar con todo lo que dejaste tirado. Sabes que esa pregunta va a llegar y hay que preparar con antelación la respuesta, así se grabará en tu cerebro y la dirás en modo "automático".
D.R.No hay frase que te deje más "a cuadros". Ella, tu madre, tiene respuesta para todo y es capaz de dejarte planchada en cuestión de segundos, sobre todo cuando se da cuenta de que estás cabreada como un mono.
D.R.En realidad tú sólo le has preguntado si tenía algún que otro eurito suelto pero ella está cansada de ese picoteo constante, así que en algún momento lo tiene que soltar. Es la típica frase que desahoga. Eso sí, después de esa frase lo más habitual es que al final abra el monedero y caigan en tu mano esos eurillos sueltos.
D.R.Y mira que es el típico mito que ya se han encargado de desterrar los nutricionistas, pero nuestras madres lo siguen diciendo.
D.R.Esa frase de "Si yo te lo digo por tu bien" suele salir de la boca de tu madre cuando se da cuenta de que no te convence nada de lo que te está diciendo. Es algo así como, "pero qué te crees, ¿que quiero fastidiarte?".
D.R.