el aceite de las maravillas

Carmen Tal, la mujer detrás de Moroccanoil: «Fue un éxito inmediato; en un año cambió todo y compramos la fábrica en Israel»

Su intuición y su trabajo son la clave del éxito de Moroccanoil, la firma de cosmética que ha patrocinado el Festival de Eurovisión y que está ahora mismo en el foco. Esta es la historia de su origen contada por su fundadora.

Carmen Tal, fundadora de Moroccanoil. getty images
Carmen Tal, la fundadora de Moroccanoil que encontró el secreto de la belleza del pelo en Israel
Gervasio Pérez
Gervasio Pérez

La empresa de cuidado del cabello Moroccanoil se ha convertido en los últimos años en un fenómeno global. Además, desde 2020, la firma es patrocinadora del Festival de Eurovisión, que este 2025 se ha celebrado en Basilea. Para conocer un poco más sobre el origen, la filosofía y la esencia de esta firma de belleza, centrada en pelo y creada en 2008, hemos rescatado una entrevista que Mujerhoy realizó a su fundadora en 2018. La chilena Carmen Tal, artífice del éxito de Moroccanoil, emigró hace casi cuatro décadas a Canadá y reside en Nueva York, desde donde dirige la compañía.

Es curioso que todo empezara por el error de una peluquera. Cuéntenos qué le pasó, cómo creó la empresa. 

Yo no tenía ni idea de peluquería, ni de color, de corte o de estilismo, pero hace años abrí un salón de belleza en Montreal porque un amigo estilista me propuso crear ese negocio y le apoyé. Fue entonces cuando una chica que trabajaba conmigo me hizo un tinte y me dejó el pelo color naranja. Me lo destrozó, fue un desastre total. Y el arreglo fue aún peor... Me había machacado el pelo. Yo tenía una boda en Israel poco después, de un familiar de mi entonces marido. A pesar del desastre, decidí no cortarme el pelo porque ya tenía pensado cómo iría y no había tiempo para cambiar.

Entonces, en Israel, su cuñada obró el milagro

Me llevó a un pequeño salón y me pusieron aceite de argán. Me lo llevé y, después de unos días, mi pelo se empezó a recuperar. Aplicando solo unas gotas, vi que la textura, el color, todo se recuperaba inmediatamente. No daba crédito.

Y entonces se puso a investigar

Pensé: «Aquí hay algo bueno...», así que le dije a mi entonces marido, que habla hebreo, que llamara a la empresa que lo comercializaba para representarla en Canadá. El no quería, no estaba nada seguro, me decía que cómo íbamos a meternos en un negocio que no conocíamos. Pero yo no paraba de darle vueltas. Seis meses después, mi marido tenía que ir de nuevo a Israel y entonces les conoció, vio cómo funcionaban y acordamos la distribución en América del Norte.

¿Les ayudó el boca a boca en la expansión inicial? 

Sí, íbamos a los salones de peluquería para darlo a conocer. Los estilistas lo usaban con sus clientas y, cuando lo probaban, nos llamaban sin parar. A los peluqueros les gustó desde el primer momento, porque les facilita mucho el trabajo para dejar a sus clientas más guapas.

Se lo preguntaba porque hace unos años, en un ir y venir entre desfile y desfile en la semana de la moda de Nueva York, lo compré en una pequeña perfumería cerca de Times Square. Me habían recomendado no irme sin él. 

Fue un éxito inmediato. ¡Una tormenta! En agosto contratamos un pequeño stand en una feria de belleza en Nueva York y encontramos al primer distribuidor en la Costa Oeste. En una semana no paraban de llamar distribuidores de todas partes. Y en un año cambió todo y compramos la fábrica en Israel.

Suena muy fácil, pero supongo que no lo sería tanto. 

Bueno, tuvimos que establecer un plan de negocio y unas prioridades, por supuesto. Reubicamos la fábrica en el norte de Israel, con instalaciones mayores y una tecnología más moderna; y empezamos a producir nosotros mismos para abastecer esa demanda creciente. Tuvimos que establecer un plan de negocio con nuevos productos para el desarrollo internacional. Yo lo comparo con ser madre: cuando tienes un hijo, y yo tengo tres, no sabes adónde vas. Sabes cuál es el comienzo, pero no sabes dónde llegarás. Lo pones todo: empeño, cariño, dedicación, esfuerzo, entusiasmo y empiezas a caminar.

Han educado muy bien a ese hijo... 

Separamos muy bien la parte creativa y la gestión empresarial. Mi entonces marido se ocupó de las finanzas y yo de la creatividad. Y nos rodeamos de personas con talento, que es algo fundamental. Si no, no llegas a ningún sitio.

¿Hay que dejar de lado egos e inseguridades? 

Sin duda. Nosotros lo tuvimos claro. Nos dimos cuenta de que lo que estaba sucediendo era muy especial, que no pasa muchas veces en la vida. Hubo una confluencia de factores que lo hizo posible: llegamos en el momento justo con el producto preciso, y tuvimos suerte y la ayuda de Dios. Fue una combinación de cosas: unas dependían de nosotros y otras, no.

¿El azar siempre influye? 

Los amigos se ríen cuando les digo que el éxito es solo una cuestión de tener suerte o mucha suerte.

Aunque lo vio venir... 

Supe que este proyecto era muy especial. Y siempre hay que estar abiertos a la intución, a lo que la vida te muestre.

¿Serán más fáciles los próximos 10 años de Moroccanoil? 

Quizá sí, quizá no. Hay que seguir trabajando con la misma ilusión que el primer día. La industria de la belleza es muy dinámica y eso siempre supone un aliciente más. Seguro que no será más fácil, pero será más entretenido, absolutamente.

¿En qué quieren crecer? 

Ahora mismo, en el negocio digital y en devolver a la comunidad parte de lo que la sociedad nos da. Incidir en los aspectos medioambientales, en la calidad de los ingredientes naturales que utilizamos. Renovarse es fundamental en la vida. Alimentarse bien, arreglarse. Si no te reinventas, no avanzas. Y la vida es siempre avance.

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Como signo de Aire, los Geminis son sociables cariñosos y divertidos. Son buenos conversadores y tenaces en sus planes y objetivos, con un punto de despiste. Pero, por la dualidad de su origen zodiacal, también pueden ponerse intensos de repente y obsesionarse con racionalizar todo lo que les rodea.