TÍAS BORBÓN, PERO NO REFERENTES

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Las últimas semanas y las que tenemos por delante solo van a confirmar el creciente protagonismo que la infanta Sofía está adquiriendo, a resultas de su entrada en la edad adulta, su graduación y la expectativa en los retos que les esperan. Lo mismo le ha sucedido a la princesa Leonor en su travesía en el Juan Sebastián Elcano. También, claro, porque son dos figuras femeninas increíblemente atractivas, que van a tener un plus de seguimiento a través de medios de comunicación y redes sociales. En este sentido, ambas inauguran una era.
Efectivamente: el mundo conectado, digitalizado y en breve agitado por la inteligencia artificial es absolutamente inédito, con lo que encontrar un modelo para Leonor y Sofía tiene su complicación. Sobre todo, en el caso de la pequeña, ya que la futura reina estará tan constreñida por la Constitución, la tradición y la costumbre, que será poco lo que pueda apartarse del camino trazado por el rey Felipe. Si acaso, deberá empeñarse aún más en justificar la existencia del trono.
Pero, ¿qué pasa con Sofía? Es la hija pequeña de los reyes Felipe y Letizia la que ocupa una posición que apenas tiene suelo. ¿Dónde agarra la función de la hermana de una reina? ¿Qué tradición ha de contemplar quien deba darle contenido a su presencia institucional? Evidentemente, las dos únicas figuras que pueden servirle de guía son las de Elena y Cristina de Borbón, sus tías. Ambas con trayectorias que no pueden ser calificadas de irreprochablemente modélicas.
Efectivamente: como en su juventud y primera madurez ambas se vieron protegidas por el muro de silencio que el rey Juan Carlos construyó alrededor de la familia real, la caída en desgracia del emérito también supuso, simbólica e institucionalmente, la de sus hijas. Las infantas Elena y Cristina estaban vinculadas directamente al monarca, al que podemos suponer involucrado en su sostén económico y presencia pública. Sabemos, de hecho, que fue él quien buscó trabajo a ambas.
En las últimas décadas, las figuras de Elena y Cristina de Borbón se han ido desvelando como problemáticas. En el caso de la infanta Cristina, por el mayor escándalo de corrupción que ha afectado a la familia real desde la democracia. Pero no olvidemos que, antes de destaparse el caso Nóos, el derroche económico del matrimonio Urdangarin ya hacía correr ríos de tinta. Al matrimonio le gustaba mantener un estilo de vida propio de reyes, literalmente.
La infanta Elena, sin embargo, ha sabido vivir su madurez desde la discreción, aunque en los últimos años se ha ido visibilizando con cierta intensidad un disgusto con el papel al que le ha relegado Zarzuela. Probablemente jamás alcance la dimensión de una crítica pública y abierta, pero la fricción ahí está. Vemos cómo se complica nacer en el privilegio real y ser despojado del mismo y relegado a algo parecido al anonimato.
La trayectoria que han tenido que seguir las infantas Elena y Cristina no puede ser un modelo deseable para la reina Letizia, testigo de primera mano de los desajustes personales y profesionales que provoca ser expulsado de la familia real. Lo cierto es que las hermanas del rey Felipe jamás llegaron a tener una relevancia consistente en la misión de representación de la Corona o, al menos, no se las visibilizó como puntales de apoyo para el entonces príncipe de Asturias. El heredero se desenvolvía y exponía solo.
Los reyes Felipe y Letizia se están inventando el papel de la infanta Sofía sobre la marcha. Y, sin duda, ignorando las huellas marcadas por las infantas Elena y Cristina. La decisión de concederle gran relevancia a su cumpleaños y a su graduación y la insistencia del Rey en afirmarla como primer apoyo de la princesa Leonor hacen pensar que los monarcas preparan el terreno para que no tenga que salir de la familia real como lo hicieron sus tías. Hacer de ella una figura necesaria para la Corona será la clave de su permanencia: debe hacerse tan familiar, querida y cercana como su hermana.
No olvidemos una clave importante, que refuerza la idea de un alejamiento del modelo de relación con la Corona que ejemplifican las infantas Elena y Cristina. Es francamente complicado encontrar una fotografía o apuntar un acto oficial o familiar en el que hayan coincidido tías y sobrinas. Por alguna razón, Sofía y Leonor se mantienen muy al margen del resto de los Borbón, como queriendo subrayar la idea de una familia real que empieza de cero. A los efectos, la familia real se desenvuelve sola.
Por lo que conocemos a Letizia, cabe esperar que en todo este proceso de invención y consolidación de un rol, idealmente similar al de la princesa Ana de Inglaterra, la Reina pretenda la máxima posibilidad de maniobra para su hija. De momento, la estrategia de Zarzuela para ella pasa por la máxima inclusión. Tras su estudios universitarios, podrá probablemente decidir hasta dónde desea involucrarse. Si está dispuesta a las servidumbres y privilegios de representar a la Corona o prefiere vivir por sus propios medios, en la sombra de la institución.
HORÓSCOPO
Como signo de Aire, los Geminis son sociables cariñosos y divertidos. Son buenos conversadores y tenaces en sus planes y objetivos, con un punto de despiste. Pero, por la dualidad de su origen zodiacal, también pueden ponerse intensos de repente y obsesionarse con racionalizar todo lo que les rodea.