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En la provincia de Guadalajara esconde uno de los pueblos más peculiares del país. Con poco más de 40 habitantes, esta localidad esconde un patrimonio natural y arquitectónico único y aún desconocido para muchos turistas y españoles. Hablamos de Rillo de Gallo, un pueblo ubicado en la vega del río Saúco que esconde entre sus calles y parajes naturales la herencia viva de su historia.
Este pueblo destaca por conservar un ambiente rural en el que la paz y el descanso se respira entre sus calles. Pero no solo es esta calma el gran atractivo del pueblo. Rillo de Gallo es un compendio de cultura e historia que bien merece la pena conocer. Aquí se ubican construcciones medievales casi intactas y obras arquitectónicas que bien podrían atribuirse al propio Gaudí, además de una riqueza paleontológica y geológica única.
Ahora que se acerca el verano y apetece empezar a planear escapadas que anticipen las vacaciones, Rillo de Gallo lo tiene todo para estar entre tus próximas paradas, especialmente si lo que buscas es aprender y descubrir tesoros nacionales escondidos mientras disfrutas de unos días de desconexión. Los amantes de la historia y la naturaleza tienen una cita pendiente con este pequeño pueblo de la provincia de Guadalajara cuya esencia no te dejará en absoluto indiferente.
Aunque a simple vista pueda parecer un pueblo más de la España rural, el principal atractivo de Rillo de Gallo son las sorpresas que esconde entre sus calles. Uno de los mejores ejemplo de ello es el Capricho rillano, una casa de estilo modernista que recibe este nombre por las evidentes similitudes que guarda con el Capricho de Gaudí. Es obra de Juan Antonio Martínez Moreno, quien guardaba un vínculo estrecho con este pueblo por ser el lugar de origen de su mujer.
Esta casa está hecha en piedra con elementos en forja y trencandís, una técnica ornamental que consiste en construir mosaicos con fragmentos de azulejo y que es característica del modernismo catalán. Lo más característico del Capricho rillano es la serpiente que nace de su azotea y que responde a una antigua leyenda de la localidad. Según la tradición, en el siglo XVII existía en las inmediaciones de Rillo de Gallo una culebra gigante del tamaño de un ser humano que había sorprendido a multitud de habitantes.
Otro de los edificios más interesantes de esta localidad es su iglesia parroquial, un edificio de origen medieval que, a pesar de su sencillez, testimonia a la perfección el estilo de la época en la región. Siguiendo con las construcciones religiosas, en Rillo de Gallo se encuentra también la ermita de la Virgen de la Carrasca, datada del siglo XIII y de estilo románico. Lamentablemente, solo quedan ruinas de este edificio, que a pesar del esplendor del que gozó en épocas pasada ha sido descuidado con el paso de los años.
Entre los grandes atractivos de Rillo de Gallo destaca todo el potencial arqueológico y geológico de la zona. Aquí se encuentra el Abrigo del Llano, el único conjunto de pinturas rupestres de Guadalajara que en 1998 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Estas pinturas están datadas en el postpaleolítico y representan figuras humanas y escenas de caza al estilo levantino.
Pero las pinturas rupestres no son el resto histórico más antiguo de la región, y es que en Rillo de Gallo se encontró la primera huella de dinosaurio de España. En 1896 un vecino encontró lo que calificó como «la pata de piedra de un bicho» y que más tarde se calificó como la huella de un Chirotherium. Actualmente, este peculiar hallazgo se encuentra en el Museo Nacional de Ciencias Naturales.
Más allá de su peculiar historia y de su arquitectura que es un compendio de distintos momentos históricos, si visitas Rillo de Gallo merece la pena dedicar un momento a admirar sus paisajes naturales. Uno de los enclaves naturales que tienes que visitar es el Barranco de la Hoz, un cañón esculpido por el río Gallo con rutas de senderismos aptas para todos los gustos con espectaculares vistas de la región y una muestra preciosa de la fauna de la zona.
HORÓSCOPO
Como signo de Aire, los Geminis son sociables cariñosos y divertidos. Son buenos conversadores y tenaces en sus planes y objetivos, con un punto de despiste. Pero, por la dualidad de su origen zodiacal, también pueden ponerse intensos de repente y obsesionarse con racionalizar todo lo que les rodea.