Quién es Ana Redondo, nueva ministra de Igualdad: bailonga, senderista y fan de los looks extremos de alfombra roja

Suyo fue el último nombre que Pedro Sánchez sacó de su particular bombo de 'ministrables', prueba del dominio de la tensión escénica del nuevo-viejo presidente del Gobierno. Había mucha expectación por conocer el nombre de la ministra de Igualdad, una cartera incendiada por la anterior ministra, Irene Montero, y su 'guarda de corps' en Podemos. Sanchez, listísimo, dejó su apuesta más difícil para el final. A casi nadie le sonó su nombre: Ana Redondo.

Ana Redondo, de Valladolid, como el polémico Óscar Puente, es (57 años) la socialista que sucede a Carmen Calvo al frente del Ministerio de Igualdad, pero nada que ver con la también polémica ex ministra. Calvo se enseñoreaba como jefa del feminismo institucional y defiende la igualdad como patrimonio exclusivo del socialismo. Redondo parece mucho más precavida. De hecho, Pedro Sánchez parece haber escarmentado de mujeres sobremotivadas al frente de Igualdad. Ana Redondo, su elegida, cultiva el perfil bajo. Bajísimo.

Evidentemente, Pedro Sánchez no tiene el horno para pollos feministas y Ana Redondo promete diligencia y silencios. También otras formas, menos hiperventiladas, que las de sus antecesoras. Redondo, concejal en el ayuntamiento de Valladolid desde 2015, es famosa por sus maneras amables. No tiene experiencia en política nacional y deja su cargo como segunda teniente de Alcalde del Ayuntamiento de Valladolid, con Cultura y Turismo a su cargo.

Hasta ahora, la máxima responsabilidad en política de Ana Redondo fue la de ser portavoz socialista en las Cortes de Castilla y León, donde se mantuvo durante dos legislaturas. Además, es profesora titular de Derecho Constitucional en la Universidad de Valladolid y consigna entre sus éxitos políticos locales relanzar la Seminci, el festival de cine de Valladolid. En su alfombra roja hemos comprobado que, de tiros largos, Redondo es atrevida: le van los looks de fiesta más extremos.

Poco se sabe de la vida privada de Ana María del Carmen Redondo García, nacida y residente en Valladolid, casada y con dos hijas. Sus amigos la llaman Anita y forma parte de ese reducido segmento de la población vallisoletana señalado como 'pijos progres': defensora de los derechos sociales y, a la vez, bien acomodada. Dicen que va diariamente al gimnasio, que come sano y que es madrugadora, ordenada y directa.

Una de las virtudes que se le achacan a Ana Redondo es no tener redes sociales, esto es, no utilizar Twitter ni TikTok para librar sus guerras políticas o personales. Es probable, sin embargo, que tenga su cuenta candado en Instagram: su estilo de vida activo y saludable absolutamente típico de seguidora de influencers.

En su tiempo libre, Ana Redondo se confiesa bailonga: aunque la vida sana es su día a día, no se priva de salir de cañas, de conciertos ni de verbenas, cuando surgen. Es más consistente, sin embargo, en su afición a los fines de semana en casa rural. A la nueva ministra de Igualdad le gusta el senderismo y, en general, los deportes de montaña.

Como suele suceder con casi todas las mujeres en política, a Ana Redondo la avala un hombre: Óscar Puente. El alcalde de Valladolid de 2015 a 2023 y 'pit bull' de Pedro Sánchez en la investidura fallida de Alberto Núñez Feijóo la ha llevado siempre de segunda. Ahora, la tendrá sentada a lado en el consejo de ministros, aunque con una cartera infinitamente más controvertida y relevante que la suya propia: la de Transportes.

Dicen que Ana Redondo rechazó dos veces anteriormente una oferta para convertirse en ministra, supuestamente en gobiernos de Pedro Sánchez. Puede que la cercanía de su jefe y valedor, Óscar Puente, haya animado a la vallisoletana a hacer la aventura madrileña en una legislatura que se anuncia dura. Sea como fuere, no tiene tarea fácil por delante. Los deberes que dejó Irene Montero son controvertidos.

Ana Redondo deberá culminar las leyes de paridad, contra la trata y contra el racismo, impulsar la renovación del dictamen del Pacto de Estado contra la Violencia de Género y completar el desarrollo de la Ley del Sólo Sí es Sí, aún pendiente. También deberá lograr un Pacto de Estado por los Derechos LGTBIQ+, algo a lo que se comprometió Pedro Sánchez durante su discurso de investidura.