Esta es la artista de la lana que trabajó con Galliano y ha montado una performance espectacular con Marcos Luengo

Se nota que al diseñador Marcos Luengo (Grado, Asturias, 1964) le tira la filosofía. Porque convierte en pensamiento crítico, al final oro, todo lo que toca. Algo que ha llevado a su máxima expresión con la artista textil neerlandesa Claudy Jongstra (Roermond, Holanda, 1963). Su colaboración tiene las hechuras de un elegante y bello manifiesto. Vaya por delante que de Jongstra es el Guernica de la ecología (2022).

Claudy, formada en diseño de moda, no solo es una creadora capaz de sublimar lo contemporáneo, sino que está metida de lleno en la defensa del planeta, la apuesta por lo orgánico y la regeneración del entorno. Hasta el punto de que tiene su propia granja de ovejas autóctonas y un jardín botánico donde cultiva plantas tintóreas que dan color a su trabajo. Todo es lana 100% natural, en la ya de por sí natural Frisia (Países Bajos).

De esta forma, su obra conecta arte, tierra y compromiso social; o sea, agricultores, artesanos y comunidades locales. En resumen, una activista embarcada en la tarea de preservar el conocimiento ancestral, recuperar nuestra conexión con la tierra, crear comunidad y construir un futuro más consciente.

Marcos Luengo, por su parte, hace tiempo ya que mira en esta dirección, siempre con un pie puesto en el arte y otro en la moda, y siempre agarrándose a lo artesanal. Así que estaban llamados a entenderse, algo de lo que dieron cuenta a las mil maravillas el pasado abril en Valencia. Jongstra y Luengo hicieron una performance en el Museo Almudín. A la exposición de la artista se sumaron las dos piezas, entre abrigo y kimono, del diseñador. El evento tuvo la solemnidad callada de las iglesias románicas, aunque el edificio en cuestión sea una joya del gótico que sirvió en tiempos (siglo XIV) para vender y almacenar trigo.

Luengo no puede estar más entusiasmado con el proyecto. En el caso concreto del Almudín, «800 metros de un espacio increíble con unos techos altísimos», que se vistió de la lana y el fieltro de Claudy, mientras la modelo Natalia Viñas paseaba los diseños a la luz que encendía un grupo de danza con una fina música electrónica de fondo. Antes, por la mañana, había tenido lugar un taller en el que la holandesa explicó las técnicas de fieltrado, hilado y tejido, como hace en LOADS, la escuela que complementa, siempre con las miras puestas en lo colaborativo, su estudio.

Esta experiencia abrumadora, de una belleza rústica y a la vez exquisitamente sofisticada, se repetirá en el Real Jardín Botánico de Madrid, un jardín artístico con todas las letras, la próxima primavera. La fecha está aún por concretar, tal y como nos desvela Marcos Luengo, que anda precisamente pespunteando el proyecto junto a Bert van Zetten, el galerista de Jongstra (Villa del Arte). Lo de instalar este mar de lana, literal, en una alhóndiga con planta de basílica y pinturas murales resultó apoteósico, pero con lo del Botánico, y además por marzo o abril, se van a superar.

Todo porque «el año que viene es el trigésimo jubileo de Claudy Jongstra y va a hacer exposiciones por todo el mundo. En San Diego, en Nueva York, en Prato, al lado de Florencia; también en su tierra natal y aquí, en Madrid». Jongstra se enamoró de la lana a raíz de ver una yurta nómada en una exposición en el TextielMuseum de Tilburg en 1994. Y Luengo, como él mismo recuerda, siempre ha trabajado con artistas, «aunque nunca había intervenido directamente en la propia obra».

Hasta ahora, que lo seguirá haciendo en estas exposiciones conmemorativas de Jongstra, creando piezas que después se venderán en galerías de arte. En sus palabras, «piezas que expones y te pones». Para estas de Valencia, «me mandaron unos metros del fieltro, unas piezas de 3x1'80, y las cortamos intentando que hubiese la menor intervención posible. De hecho, la roja solo lleva una costura a la espalda; la azul tiene un poco más de trabajo».

«Van sin forrar, y el interior es la propia seda natural que Claudy pone en la base para crear el fieltro. Tratamos de alterar lo mínimo su trabajo», detalla el modisto, que está a punto de marcharse a Holanda para ahondar más en el proceso. «La idea sería que yo les mandase los patrones o las piezas de seda ya cortadas para que ellos me construyeran el fieltro y luego me lo devolvieran y yo terminarlo. Estamos valorando formas de hacerlo», prosigue.

Antes, Claudy, cuya obra cuelga del MoMA de Nueva York o del Albert & Victoria Museum de Londres, por todo lo alto, había colaborado con grandes de la moda como John Galliano, Viktor & Rolf, Hermès y Christian Lacroix. Y hasta hizo los icónicos abrigos largos de los Caballeros Jedi en el primer episodio de Star Wars.

Ahora es el asturiano el que ha recogido el guante: «A mí estos retos me dan la vida. Es lo que me hace salir de la rutina y me encanta». Lo hemos visto en la pasarela cuando ha dado vuelo a la pintura abstracta de Rubén Martín de Lucas o los skylines de Charles Villeneuve. O cuando, puestos a elegir, se queda con los impresionistas, «por la rapidez de la pincelada y porque son los primeros que salen a pintar al aire libre y tienen que hacerlo rápido porque la luz cambia».

No nos extraña nada esta colaboración sumida en lo poético en alguien que vuelve extasiado del Botánico por los iris, que va buscando inspiración por las esquinas de los cuadros del Museo del Prado en un lúcido ejercicio de exploración creativa y que sabe lo que es enfrentarse a un tejido grueso. Durante muchos años, trabajó el shearling, las míticas chaquetas de pastor, de doble faz, ante y lana de cordero.

Además, es un estudioso de la artesanía, un viajero en busca de nuevas formas de trabajar y un defensor de la excelencia de los buenos materiales, que cada vez cuesta más encontrar. «En España ya es muy difícil. Para un crepé de seda tienes que irte a Como, y para una buena lana, a Austria. Lo que intentamos es que no se pierdan estos oficios». Sus últimos descubrimientos han sido en México y Panamá. En particular, en este último, los bordados de los indios guna.

A propósito de Luengo, aún queda por matizar que la moda como tal no le interesa: «A mí me interesa que la gente tenga criterio. Yo soy psicólogo de formación y me inclino hacia la filosofía. Necesitamos el pensamiento crítico, y la moda en sí lo que hace es arrastrar a la gente sin pensar hacia lo que algunos determinan. Yo lo que prefiero es la indumentaria atemporal. Crear piezas que puedan permanecer en el tiempo, contemporáneas, pero sin seguir la moda», remata. La reina Letizia, entre muchas otras famosísimas clientas, han caído rendidas ante su manera de hacer y ver las cosas.

Por lo demás, el próximo artista al que «arropará» será Íñigo Navarro, que expondrá su obra en septiembre en el Museo Lázaro Galdiano, en Madrid. Mientras tanto, seguirá curtiéndose en materia lanar con Claudy Jongstra.