legado familiar

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Esta pieza de estilo juvenil se encuentra hoy, presumiblemente en el joyero real de Mary de Dinamarca, aunque todavía no se la ha puesto. Ha lucido los broches y pendientes de la «parure» de turquesas, que solían utilizarse con la tiara de margaritas, pero, por alguna razón, no ha estrenado esta. ¿Quizá no figura entre las joyas del reino y está considerada una joya personal y sentimental de la reina Margarita?
Lo que sí está claro es que Margarita, empezó a lucirla en los años sesenta y se la ha puesto de forma muy frecuente tras su abdicación. A medida que se hace mayor y ahora que no lleva la corona, parece preferir aderezos más sencillos que las grandes joyas históricas que ha lucido toda su vida. Esta pequeña tiara la une, además, a su madre, la reina Ingrid, y a su abuela, la princesa Margarita de Suecia, que no llegó a ser reina porque falleció cuando esperaba a su sexto hijo.
La tiara Daisy (que significa margarita en inglés y es el nombre familiar Margarita II) está formada por una banda de delicadas margaritas formadas por turquesas de un intenso color azul y diamantes. La reina Ingrid de Dinamarca era una princesa sueca, nacida, en 1910, del matrimonio del príncipe heredero Gustavo Adolfo de Suecia y la princesa Margarita de Connaught –a la que llamaban Margareta–, y fue la única niña junto a sus cuatro hermanos: el príncipe Gustavo Adolfo, el príncipe Bertil, Sigvard, conde de Wisborg, y el conde Carl Johan Bernadotte.
En 1935, la princesa Ingrid se casó con el príncipe heredero Federico de Dinamarca y tuvieron tres hijas: la reina Margarita, la princesa Benedicta y la reina Ana María de Grecia. La pareja accedió al trono danés en 1947. Tras la muerte de su esposo en 1972, Ingrid fue nombrada regente de Dinamarca cuando su hija Margarita viajaba. Falleció en el año 2000, rodeada de sus hijas y nietos.
Parece que originalmente la tiara era un brazalete. La princesa Ingrid heredó la diadema junto a una «parure» de turquesas, al morir su madre en 1920. La lució en su primera ceremonia de apertura del Parlamento sueco, en 1928, junto con las Estrellas de Diamantes de la reina Victoria de Suecia. Ingrid prestó la tiara en numerosas ocasiones a familiares.
Por ejemplo, a su prima, la futura princesa heredera Marta de Noruega, para que la luciera en la boda del príncipe heredero Leopoldo de Bélgica con su hermana, la princesa Astrid de Suecia, celebrada en Bruselas en 1926. Se dice que esta tiara fue un regalo de los Duques de Connaugt a su hija, Margarita de Connaugt, la madre de Ingrid.
También se ha especulado con que el conjunto de turquesas perteneció a la emperatriz Catalina la Grande de Rusia, y que llegó a Suecia a través de su tataranieta, la reina Victoria de Suecia. Pero nada de esto está confirmado. Tampoco se sabe con certeza quién fue el joyero que creó la tiara: parece que fue realizada a finales del siglo XIX.
Uno de los broches, de la «parure» de turquesas, una gran turquesa rodeada de cuatro grandes diamantes, fue un regalo de bodas a la princesa heredera Margarita de Connaught, de parte de los duques de Devonshire. La «parure» de turquesas incluye un gran broche y un par de pendientes junto con algunos broches colgantes más pequeños, y tiara de margaritas. Mary ya ha utilizado los broches y los pendientes, pero no la tiara.
Ingrid de Dinamarca se llevó con ella la diadema y la «parure» de turquesas cuando se casó con el futuro rey Federico IX de Dinamarca, en 1935. La reina Ingrid se la prestó en varias ocasiones a su hija mayor, la princesa Margarita, futura reina, como el banquete de Estado ofrecido a la reina de Inglaterra, en 1957.
También se la prestó a su nieta la princesa Nathalie de Sayn-Wittgenstein-Berleburg, hija de la princesa Benedicta, que la lució en las bodas de plata de Margarita, en 1992. En 2012, le prestó el «bandeau» de margaritas turquesas a su sobrina, la princesa Teodora de Grecia, para la celebración del Jubileo de Rubí de su ascensión al trono. Margarita II la ha lucido en ocasiones importantes, pero no tan formales.
HORÓSCOPO
Como signo de Aire, los Geminis son sociables cariñosos y divertidos. Son buenos conversadores y tenaces en sus planes y objetivos, con un punto de despiste. Pero, por la dualidad de su origen zodiacal, también pueden ponerse intensos de repente y obsesionarse con racionalizar todo lo que les rodea.