De Felipe Varela

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Han pasado 14 años desde aquel 29 de abril de 2011, en el que se dieron el «sí quiero» el príncipe Guillermo y Kate Middleton, ante más de 2000 invitados, en la abadía de Westminster. Era el enlace de un futuro rey y entre los asistentes no podían faltar los entonces príncipes de Asturias, Felipe y Letizia, y la reina Sofía, prima del padre del novio.
Los príncipes llegaron a Londres poco antes de asistir a la cena de gala previa al enlace, organizada por la reina Isabel II, en el Hotel Mandarin, muy cerca del Palacio de Buckingham. Fueron dos actos –la cena y la boda– en los que doña Letizia exhibió dos vestidos que llamaron poderosamente la atención. Era su oportunidad de demostrar si su elección estilística estaba a la altura en una reunión «royal» de altísimo nivel.
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Doña Letizia mantuvo la apuesta con dos diseños de su entonces modisto de cabecera, Felipe Varela, a pesar de que se enfrentó a algunas críticas, especialmente por el sombrero que lució en la ceremonia. Para la cena de gala previa a la boda, doña Letizia impactó con un «palabra de honor» en forma de corazón, con voluminosa falda, en color lavanda y bordado con flores en relieve.
A pesar de aquel escote, la entonces princesa de Asturias no lució más joyas que unos discretos pendientes de brillantes, lo que otorgaba al conjunto una gran sobriedad y un gran protagonismo al romántico bordado, un punto barroco. Peinó un recogido bajo y un muy sencillo maquillaje.
Al día siguiente, a las 11 de la mañana, se celebró el enlace de los futuros príncipes de Gales. Doña Letizia volvió a confiar en Felipe Varela y optó por un diseño en rosa empolvado, con bordados del mismo color, de largo hasta la rodilla –de cóctel, según rezaba la etiqueta–, con cintura alta y un ligero aire años 20, que se veía reforzado por el sombrero de estilo casquete de ala doblada, adornado con plumas de faisán y un ligero tul, de la firma Pablo y Mayaya.
Se peinó con ondas al agua y volvió a lucir unos sencillos pendientes de brillantes. Llevó guantes y una cartera estilo sobre, todo en los mismos tonos. No prescindió de sus «peeptoes» de Magrit.
Aquella boda supuso un éxito para doña Letizia. La mayoría aprobó su elección. Gustaron los colores, muy primaverales, y los diseños. Sin embargo, la entonces princesa de Asturias estaba todavía lejos de convertirse en un icono de estilo, como sucedió tras convertirse en reina, en 2014. Aquellos dos modelos de Felipe Varela eran elegantes, pero no tenían magia.
En aquellos años, a pesar de algunos aciertos –no todo iban a ser equivocaciones–, el vestuario de doña Letizia y sus estilismos recibían constantes críticas. La primera, su permanente recurso a los modelos de Felipe Varela. Aconsejada por la reina Sofía, la princesa decidió tener un diseñador de cabecera, discreto y con capacidad para hacer frente al volumen de pedidos de la Casa Real.
Sin embargo, sin el asesoramiento adecuado, doña Letizia cometió numerosos errores de estilo en aquellos años. En primer lugar, el largo de sus faldas, casi siempre por encima de las rodillas, cuando no directamente «mini», un corte poco favorecedor y poco adecuado para las normas de estilo de Palacio.
Otro recurso habitual, ligado al anterior, eran las medias opacas y los zapatos de plataforma –los «letizios»– que llegaron a ser excesivos. Para una mujer joven y con una buena figura tampoco resultada favorecedor el exceso de encajes en cuerpos y faldas, que tendían a hacerla mayor. Finalmente, la princesa optaba a menudo por hacer algunos experimentos, mezclando colores poco adecuados, estrenando zapatos de formas extravagantes y recurriendo a chaquetas de cuero, excesivamente grandes.
La moda, en aquellos años, fue un quebradero de cabeza para la reina. Le irritaba que sus estilismos tomaran tanto protagonismo, en lugar de hacerlo sus proyectos. Pero, finalmente, parece que cayó en la cuenta de que cuidar su estilo era una forma de acabar con las polémicas y de lanzar sutiles mensajes a través de su ropa que podían reforzar su trabajo. Además, suponía apoyar la industria española de la moda.
La llegada a su equipo de la estilista Eva Fernández, que había trabajado en la revista Cosmopolitan, supuso un enorme cambio, coincidiendo con el ascenso al trono de don Felipe y Doña Letizia, en junio de 2014. Fernández se incorporó al año siguiente y revitalizó toalmente el armario de la reina. La apuesta por Varela –aunque doña Letizia conserva cuatro o cinco diseños que todavía recupera en alguna ocasión– empezó a disminuir. El broche de oro a esta etapa fue el conjunto de vestido y abrigo blanco bordado con cristales que lució en la proclamación.
El año 2019 fue el último en que doña Letizia estrenó un diseño de Varela, coincidiendo con el desfile del 12 de octubre: un vestido con transparencias y bordados en rosa empolvado. Entre tanto, su armario se había llenado de marcas españolas emergentes, de algunos clásicos internacionales, como Carolina Herrera y Hugo Boss, y de grandes diseñadores nacionales, como Moisés Nieto, Juan Vidal, Ulises Mérida o Ana Locking.
La reina bajó el largo de sus faldas, le perdió el miedo a los largos midi, diversificó los cortes de sus vestidos –camiseros, new look, petite robe– y apostó con fuerza por cortes arriesgados y mezclas de colores, sin perder un ápice de su elegancia. Ha vestido cuero, botas altas de ante, lentejuelas a rayas, flecos, sombreros voluminosos, satén y, siempre aconsejada por una mano experta, el resultado ha sido fabuloso.
Ha convertido en marca de la casa los impecables sastres de falda lápiz, los grandes abrigos y los vestidos de noche monocolor en los que destacan suntuosas las «joyas de pasar».
También hemos visto una nueva elegancia gracias a los drapeados y un uso certero y medido de algunos riesgos estilísticos, como los cortes «flare» en los pantalones, una falda de satén o un vestiso de cuero. Doña Letizia ocupa las páginas de la prensa internacional por sus aciertos. Los constantes cambios de peinado, el exceso de pedrería o los pantalones demasiado anchos han desaparecido.
Sus estilismos son sobrios, pero frescos, de una elegancia poderosa. Basta con comparar aquellos dos vestidos de Varela de 2011 con los dos, de Victoria Beckham y Carolina Herrera, que lució en la Coronación de Carlos III en 2023.
HORÓSCOPO
Como signo de Aire, los Geminis son sociables cariñosos y divertidos. Son buenos conversadores y tenaces en sus planes y objetivos, con un punto de despiste. Pero, por la dualidad de su origen zodiacal, también pueden ponerse intensos de repente y obsesionarse con racionalizar todo lo que les rodea.