expertas en decoración
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Cristina Espejo compró la que iba a ser su casa familiar hace dos años. Se trataba de un dúplex situado en una zona residencial del norte de Madrid y construido a principios de los años 80. Se encontraba en buen estado, pero le faltaba un poco de carácter. «Yo estoy acostumbrada a casas más antiguas, así que hice lo posible para darle personalidad», explica la interiorista.
Ése fue el punto de partida de la reforma que emprendió junto a la socia de su estudio, Marta Goyanes: ambas buscaron «suavizar» la residencia y darle una ligera pátina de elegancia y antigüedad, lo cual no fue difícil, porque tiene dos elementos fundamentales de gran belleza y personalidad: una magnífica luminosidad natural y una construcción en dos alturas, quizá lo más llamativo, que le otorga una especial singularidad.
«La escalera es el centro neurálgico. Quería que fuera cómoda, porque estamos todo el día subiendo y bajando, pero también buscaba que fuese como una escultura en medio del salón. Además, es donde está la biblioteca, que va de suelo a techo, lo que le da un aspecto brutalista. Nuestra vida gira también mucho en torno a ella», asegura Espejo.
Otro de los elementos que marcan la personalidad de la vivienda es la relación entre el interior y el exterior, gracias a dos grandes terrazas que permiten ver la vegetación de fuera a través de sus ventanales. Esto es especialmente llamativo en el salón y el comedor. «A veces, cuando se trata de tu propia casa, las cosas fluyen y otras se encasquillan –reflexiona Cristina–. La idea es que todo salga lo más orgánico posible y que te represente sin ser demasiado teatral».
Las dos integrantes de Espejo y Goyanes, que se conocieron cuando estudiaban en la Universidad Politécnica de Madrid, llevan 15 años de trayectoria conjunta y, aunque la reforma residencial es su especialidad, también han trabajado construyendo espacios profesionales. Sus proyectos son detallistas hasta el milímetro y buscan calidez y atemporalidad a través de materiales y piezas con presencia, como el lino, la seda, el arte o las antigüedades. Sus interiores coloristas, pero tranquilos y confortables, con un manejo diestro de los materiales nobles, se han convertido en algunos de los más demandados de los últimos años.
El paso principal para pulir la atmósfera del hogar de Cristina Espejo consistió en escoger pinturas que no fueran totalmente blancas, pero también en tratar la carpintería e instalar molduras y cornisas, buscando una elegancia serena, sin sobrecargar paredes y techos. «Enmoquetamos la escalera e hicimos una barandilla artesanal de hierro a medida. También utilizamos papeles pintados, piedra natural en los suelos y una iluminación nocturna indirecta más dramática en el salón», apunta la interiorista.
La decoración incluye muebles que ya tenía la familia y se completó con piezas más grandes, dada la amplitud de los espacios: pufs a medida, sofás diseñados por el estudio, aparadores y otros muebles de almoneda, peanas, cristal de murano, paneles que esconden puertas y armarios... «Yo quería una casa que hablara de mí, pero también de mi familia. Y creo que lo hemos conseguido. Tiene vida, color... Quería ese efecto teatral, pero controlado, de dar protagonismo a cuatro o cinco piezas muy potentes en cada espacio, para captar la mirada, como cuadros o butacas», explica Cristina.
Así obtuvieron una combinación maestra de zonas muy coloridas y otras más calmadas, como los dormitorios, con el objetivo de «evitar demasiado efecto wow, porque al final es la casa en la que vas a vivir todos los días», espacios versátiles donde recibir y pasar el tiempo con la familia. La reforma se organizó tomando como puntos de partida lo que Cristina Espejo y Marta Goyanes tienen en cuenta en todos sus proyectos. «Para nosotras hay dos claves fundamentales: primero, dónde está ubicada la casa y qué cuenta de por sí, cómo la altura de los techos, la estética de los radiadores, las ventanas... Y, segundo, cómo es la familia que va a vivir en ella», continúa explicando la interiorista. «Nuestro estilo va transformándose en función de esos elementos, porque la palabra final siempre la tiene el cliente. Nosotras lo que hacemos es diseñarle un traje a medida».
El resultado de todos estos elementos es un ambiente clásico, pero muy fresco y fiel a los materiales nobles, como el mármol o la piedra, que saben envejecer con solera. En su casa había varios suelos de mármol y madera intactos, a pesar del tiempo, que han sido recuperados. «Nos encanta la arruga en el lino, no nos gustan las casas impolutas que no se ensucian. Queremos espacios que tengan vida y sean originales». Es la firma inconfundible de Espejo y Goyanes, muy visible en la atmósfera elegante y serena de la casa familiar de una de sus socias.
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